LA HEREDERA DE LAS "MAISON DE DERRIÈRE"


6 de mayo de 1886.
Amélie Dubois da un paseo nocturno con el profesor Jonathan Primes; con el cual ha entablado una buena amistad; por lo que se podrían considerar las calles de New London, cuando de pronto escuchan los gritos de una niña seguidos de alaridos grotescos y con palabras malsonantes de lo que posiblemente sea un hombre. Tras notar una sensación extraña en su interior Amélie empieza a correr sin pensarlo dos veces hacia el origen de las voces, el profesor Primes sale detrás de ella, al acercarse a una zona de amarre, se encuentran con un tipo corpulento gritando a una niña; que no debía de tener más de 12 años; y llamándola ladrona mientras zarandea un palo por encima de su cabeza.
Amélie Dubois

AD: ¿Se puede saber qué hace energúmeno animal de granja, gorille peu évoluée?

TC: Esta ladronzuela me estaba tratando de robar.

AD: ¿Pero no se da cuenta que no es más que una niña? ¿Se puede saber que le ha robado para que se ponga usted así?

El tipo corpulento, baja el palo que sostenía sobre su cabeza y se gira mirando a Amélie, y con un tono algo más calmado le contesta:

TC: Esta ladronzuela lleva días robándome comida, y hoy por fin la he pillado con las manos en la masa, y pienso darle un escarmiento a base de palo para que se le quiten las ganas de volver a hacerlo.

AD: ¡Será posible, por unas migajas está pensando en pegarle a una niña!

En un arrebato de furia, Amélie se abalanza sobre el tipo corpulento blandiendo su paraguas cual garrote y propinándole varios golpes, antes de que el profesor Primes pueda detenerla.

JP: ¡Quieta Amélie, detente!

Tras separar a Amélie del tipo corpulento; que se había ido echando para atrás bajo la lluvia de paraguazos hasta llegar a una esquina; el profesor Prime dice:

JP: Vamos a ver, ¿Cuánto puede valer lo que le ha robado esta niña en comida, 4 libras? ¿8 libras?, mire tenga aquí 10 libras y olvídese de lo sucedido.

De pronto, por detrás del profesor Primes, vuelve a surgir la figura de Amélie blandiendo el paraguas, y vociferando palabras en francés que ninguno de los dos entiende, y tras agachar la cabeza entre los hombros ante tal imprevisto, el tipo corpulento coge las 10 libras y se marcha renegando y advirtiéndoles que la próxima vez la niña no tendría tanta suerte.

Al calmarse la situación, Amélie recupera la compostura y se acerca rápidamente hacia la niña.

AD: Ven aquí ma chérie, ningún singe sans poils, te va a hacer daño, yo cuidaré de ti.

La niña se abalanzó sobre los brazos de Amélie, y fue entonces cuando reconoció la sensación que había tenido al oír los gritos, por su profesión, había guardado en lo más profundo de su ser: la voluntad de ser madre, pero el grito de esa niña había sido capaz de hacerle resurgir el instinto maternal.

AD: Excusez-moi ma chérie, ¿como te llamas?.

La niña negó con la cabeza sin pronunciar palabra.

AD: ¿No tienes nombre ma chérie? ¿ni familia?.

La niña volvió a negar con la cabeza.

AD: Pues entonces te vendrás a casa conmigo, desde hoy ya no te va a faltar de nada, pienso cuidarte como a una hija.

JP: Amélie, ¿estás segura de lo que vas a hacer?, ¿crees que "La Maison de derrière" es un buen lugar para criar a una niña?, yo podría hacerme cargo de ella, mrs. East podría cuidarla, y yo procuraría que no le faltase de nada y recibiese educación.

AD: Perfecto Jonathan, cada día te la mandaré un par de horas para que la formes en números et des trucs, en cuanto a la educación, se la daré yo, o ¿Acaso piensas que la educación que le puedas dar tú es mejor que la que le pueda dar une dame française?

La petit Amélie
El profesor primes se sintió empequeñecer por la mirada que tenía Amélie en su cara mientras decía esas palabras.

JP: Está bien Amélie, tu te encargarás de la educación y yo de la docencia.

AD: Merci Jonathan, enséñala bien pues uno de estos días necesitaré una heredera.

A Amélie se le escapó una pequeña risotada mientras los ojos le brillaban al mirar a la niña.

AD: Excusez-moi ma chérie, ¿de verdad que no tienes nombre?.

La niña volvió a negar con la cabeza sin pronunciar palabra.

AD: ¡Ce ne peut être! toda señorita necesita un nombre, así que a partir de ahora te llamarás Amélie, tu aimes le nom?.

La niña sonrió y abrazó fuerte mente a Amélie.

AD: ¡Parfait!, Jonathan, creo que es hora de volver a casa.

JP: Lo que tu digas Amélie, después de ver como te has abalanzado sobre ese desconocido con tu paraguas, ya no me atrevo a llevarte la contraria.

El profesor Primes y Amélie rompen a reír mientras regresan a casa acompañados por la pequeña Amélie.