LA LIGUE DES PROFITEURS

Evento del periodo:

Adolphe Dugléré, antiguo chef en jefe del famoso restaurante parisino Café Anglais, y cocinero de príncipes y zares, es invitado en 1865 a una antigua fortaleza ubicada en lo más profundo de los bosques de Gévaudan al sur del país. Allí se han atrincherado un extenso grupo de aristócratas europeos asustados por los últimos acontecimientos que han sacudido al viejo continente. Se han trasladado a una antigua fortificación medieval, el castillo de Ruines, donde ha hecho acopio de víveres, riquezas y sirvientes, todo lo que han podido llevarse precipitadamente de sus mansiones. Dugléré traumatizado gravemente por la pérdida de toda su familia y de la ciudad que le vio crear sus más magníficos platos, solo pone una condición, será el único proveedor de los constantes banquetes que los libertinos aristócratas realizan a diario. El grupo de nobles le acepta con los brazos abiertos conocedores de las talentosas habilidades del chef. Y tan pronto llega es conducido a la inmensa cocina del castillo. Comprueba con asombro que las despensas están atestadas de las más finas viandas y las bodegas repletas de los mejores caldos europeos. 

Dugléré recuerda con dolor y aspereza las terribles escenas de hambre y desolación que ha contemplado en todo el país desde que tuvo que huir de Paris. Eso le sume en un sombrío silencio, se encerrara en sus aposentos y saldrá tres días después para anunciar a todos los ocupantes del castillo, que jura por su honor realizar los más esplendidos banquetes que rivalizaran con los de los dioses olímpicos. Deciden entre vítores y brindis de rebosantes copas instaurarse como la Ligue des Profiteurs (la liga de los vividores) y anteponen su placer personal y el deleite de sus sentidos ante las maldades que el mundo exterior les ofrece. Dugléré, día tras día y banquete tras banquete complace a sus comensales con los más variados y deliciosos platos. 

Los opíparos festines pronto no tienen fin y se encadenan entre ritos orgiásticos oficiados por una camarilla de ocultistas y místicos que los nobles trajeron junto con sus pertenencias. Extrañas y nuevas creencias arraigan entre los habitantes del castillo Ruines y rumores de crueles sacrificios se cuentan entre la mermada población de sirvientes. Pero en la cocina se cuece la tragedia definitiva. Dugléré desconoce que en la elaboración de su última partida de queso roquefort se ha utilizado leche de oveja contaminada con piedra cometa, un fragmento ridículo se perdió en los pastos de la cercana población de Mende y las ovejas que abastecen de leche al castillo proceden de allí. La sustancia de piedra cometa contenida en la leche, reacciona con el moho (Penicillium roqueforti) que cubre al queso en el curado alterando sus propiedad originales y dotando al queso de un color azul brillante. No sabremos nunca si Dugléré fue consciente del extraño aspecto del fromage, pero lo sirvió igualmente. Esa noche se produjo un hecho decisivo en el vasto comedor del castillo. La Ligue des Profiteurs advirtió que tras la ingesta del delicioso roquefort sus sentidos se agudizaron en tal medida que cada nuevo bocado o gota de licor o caricia se multiplicaba en torrentes de placer y éxtasis. El chef mismo se unió por primera vez a tan orgiástica experiencia y tras incontables horas todos los participantes del festín se despertaron exhaustos reclamando más fromages magiques. Obligan a Dugléré a repetir la receta y realizando una minuciosa reconstrucción descubre con asombro unas diminutas virutas verdes brillantes colando la leche de oveja. 

Tras desventurados intentos de identificarlo lo presenta a la camarilla de ocultistas, algunos de ellos lo identifican sin dudar. Reúne con gran pompa a todos los aristócratas en el salón y pregona el descubrimiento del más milagroso ingrediente que existe, la misteriosa piedra cometa que ha caído del cielo para elevar a la Ligue des Profiteurs a los más elevados salones del placer terrenal. Lord Henry Wotton abanderado hedonista ingles propone incluir la mágica sustancia plenamente en sus vidas y repetir sin fin la experiencia que ha vivido. Todos vitorean la propuesta y jalean a Wotton y a Dugléré. 
Wotton ya afectado por la piedra cometa
El chef terriblemente perturbado empieza a elaborar platos con el mágico elemento que son devorados con avidez por sus libertinos comensales. Al agotar el pequeño yacimiento de Mende, Wotton que se ha convertido en uno de los portavoces de la liga, organiza y contrata a un grupo de desarrapados sin escrúpulos entre los que cuenta con desertores del ejército, buscavidas y ladrones de la más baja ralea, como agentes para conseguir de todas las formas posibles mas mineral del cometa. Contando con unos ingentes fondos la Ligue des Profiteurs establece una red de aprovisionamiento a base de sobornos, amenazas y chantajes que cubre todo el continente, llegando hasta la lejana Turquía. Durante meses la red de agentes de la liga se extiende en silencio incorporando a su maraña funcionarios, oficiales y políticos que se nutren de las influencias, contactos y riquezas que comportan colaborar con la liga. Mientras en el castillo de Ruines los nobles han empezado a desarrollar efectos secundarios de la ingesta continuada de los manjares de Dugléré. Sus cuerpos han empezado a hincharse, y su piel se cubre de un espeso y maloliente olor y de un desagradable tono azulado. Los momentos de lucidez son cada vez menores, entre las alucinatorias experiencias sensoriales. Se convierte a su vez en prisioneros de sus sentidos. Agentes de la liga, han tenido que recurrir al secuestro para paliar el descenso peligroso de criados. En los sótanos del castillo, los cada vez más dementes miembros de la cábala de ocultistas, realizan sangriento rituales con los desdichados que son conducidos allí. Las terribles y depravadas orgias terminan frecuentemente con más de un deceso entre las aterrorizadas concubinas. Un ejército privado patrulla todo Gévaudan que se ha convertido en feudo privado de la liga. Sus tentáculos se extienden firmemente transportando no solo piedra cometa, sino armas, información, esclavos y grandes riquezas. 

Wilde con otro "Profiteur"
Dos años después del banquete que les descubrió el nuevo poder, La Ligue des Profiteurs se ha convertido en una vasta organización, dirigida con mano de hierro por los supervivientes de los comensales originales, que a diferencia de sus compañeros han conseguido controlar la degeneración que comporta el consumo excesivo de sustancia cometa, entre los que se cuenta a Lord Henry Wotton, Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, Marie Joseph Robert Anatole, comte de Montesquiou-Fézensac y a Helena Blavatsky. Dugléré autoproclamado chef Empereur ha perdido completamente el juicio y sigue experimentado bizarros platos, pero se le ha negado el acceso a la codiciada piedra cometa, que es controlada hábilmente e ingerida con unas tremendas precauciones por los miembros de la liga. El castillo de Riunes se ha convertido en una monstruosa fortificación moderna, rodeada por unas defensas impenetrables, y erizada por múltiples cañones donde frecuentemente amarran naves aéreas de los confines del mundo cargadas con valiosos pertrechos. Y en oscuros barracones en lo más profundo de las defensas de Ruines, se encuentra los inmorales vástagos de la liga, terribles esclavos mutantes que actúan como sanguinarias maquinas de matar con cuerpos cubiertos por escamosas armaduras, manchados por diabólicas runas y que destruyen como una jauría infernal a las escasas fuerzas enemigas que se adentran en Gévaudan.