
Pese a que las décadas
anteriores habían tenido sus diferencias y bien grandes, con diversas guerras
entre ellos, el presidente de Bolivia José María De Achá ante la magnitud del
desastre abrió sus fronteras y envió al ejército a ayudar a los países más
afectados. La medida fue ampliamente aplaudida por su propio pueblo y por
muchos oficiales y si saberlo el presidente, esta decisión lo salvó de un golpe de estado
que se estaba planeando en su contra.
Por primera vez desde
hacía muchos años los latinoamericanos cooperaban y luchaban unidos para superar
los problemas que comportó la Anegación, y un sentimiento de hermanamiento
crecía entre todos los países mientras la sociedad, harta de conflictos entre
ellos, empezaba a recordar el sueño de Simón Bolívar: unos Estados Unidos del
Sur de América. En 1965 las editoriales de los principales diarios de cada país
reclamaron una Unión similar a la de los Estados Unidos de América, pidiendo
amplitud de miras y generosidad a gobernantes y países en aras de un bien
común.
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Bandera de los Estados Unidos del Sur de América |
De Achá se reunió con sus homólogos: Bartolomé Mitre (Argentina), Juan Antonio Pezet (Perú) y José Joaquín Pérez (Chile) juntos analizaron la nueva situación económico y social y vieron que la cooperación entre ellos y evitar nuevos conflictos podrían llevar a un país unificado a un futuro mejor, sumando los puntos fuertes de cada país. Tras explorar las vías posibles, y los cuatro crearon la hoja de ruta que sería ratificada por las diferentes poblaciones y que sentaría las bases de lo que sería en 1868, 3 años después la unión federal de los Estados Unidos del Sur de América (E.U.S.A.), con capital en La Paz y siendo el primer presidente el propio José María De Achá. La creación del nuevo país no gustó mucho al Imperio del Brasil, y también nació con muchos enemigos internos y con muchos pasos que recorrer aun.