LOS NATIVOS AMERICANOS DEL NORTE

Reserva de Southern Ute, Colorado (1886)

El joven Nube Gris, pregunto al Gran jefe Diez Osos, ¿Cómo nuestro valeroso pueblo Comanche, lucha mano con mano con el hombre blanco? 

- Joven guerrero, antes de que el gran Gitchee Manitou enviara, para el castigo del que no respeta la tierra, la gran estrella de fuego, los Comanches, habíamos luchado contra el hombre blanco, y el resultado fue nefasto.

En esos días, el mar se trago la tierra del hombre blanco, y con ellas sus pastos, y cultivos, y buscaron nuevas tierras en nuestras llanuras. Entonces, nuestro pueblo tuvo que emigrar y buscar nuevas tierras. Ya conocíamos al hombre blanco, y sus armas. Nuestros tótems, nos guiaban, y mal entendimos sus avisos. Creímos que era mejor arrebatar las tierras de nuestros hermanos Cheyennes. 

- Pero, si eran nuestros hermanos, ¿Por qué luchamos contra ellos?

- Nube Gris, nuestro pueblo ya había conocido derrotas frente al hombre blanco, que utilizaba sus tretas para ganar, sin importarles la vida de niños, ancianos o mujeres. Así que fuimos cobardes, y preferimos desenterrar el hacha de guerra contra nuestros hermanos que contra el mentiroso hombre blanco. La guerra duró años, y el hombre blanco nos vino a buscar. Nos ofreció armas con las que ganar la guerra fácilmente, a cambio de guerreros para luchar en su guerra. Conocíamos el poder de sus armas, pero olvidamos que una buena hacha, sin un buen guerrero que la empuñe, no es nada. Aceptamos y para no enojar al hombre blanco, les ofrecimos a muchos de nuestros mejores guerreros. Pensamos que era una buena oferta, y el hombre blanco estaría en deuda cuando ganara su guerra. Nuestros guerreros, lucharon valerosamente en la guerra del hombre blanco contra los hombres del “oso blanco” en la tierra que ellos llaman Alaska. Todos murieron en esa guerra, y el hombre blanco nos culpo por perder esa guerra. Nos acusó de entregar guerreros poco valerosos, y nos pidió más hombres, para solventar el agravio. Nuestros guerreros luchaban contra los Cheyennes, y no podían abandonar la tribu, sin dejar desprotegida nuestra nueva tierra, y no podíamos luchar contra el hombre blanco y contra los Cheyennes al mismo tiempo, así que aceptamos todas y cada una de sus nuevas condiciones. trabajamos para el hombre blanco a cambio de su protección.

- ¿Y nos protegieron jefe Diez Osos? 

- Eso creímos, pero lo que verdaderamente hicieron, fue quitarnos nuestra libertad. Recolectábamos las lágrimas del gran Gitchee Manitou, les llevamos pieles, plata y oro, y ellos nos entregaban de vez en cuando algún rifle, y si nos quedábamos dentro de sus empalizadas, teníamos protección. Poco a poco, nuestro pueblo fue adaptándose a la vida del hombre blanco. Nos enseñaron su lengua, sus costumbres, y nos compraron la libertad a cambio de la comodidad. Ahora solo nos queda la lucha para demostrarnos que todavía somos un pueblo guerrero y orgulloso.

- ¿Y los otros pueblos, también luchan junto al hombre blanco?

- No, joven guerrero… todavía hay pueblos hermanos que recorren las llanuras, libres y sin ataduras, que desconfían de la mano del hombre blanco.

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- Pero… nosotros también hemos luchado contra otros pueblos indios, que luchan con el hombre blanco del sur, no lo entiendo.

- El hombre blanco y sus máquinas, solo conocen la destrucción y el engaño. También hay tribus en el sur, que como nosotros, confiaron en sus promesas, y han acabado como nuestro pueblo. 

- Así,.. ¿que nos queda?

- Solo nos queda morir orgullosos, como los antiguos guerreros Comanches, que el rugir de nuestros guerreros atemorice a nuestro enemigo, sea quien sea este. Joven guerrero, aprende a utilizar las armas del hombre blanco, y demuéstrales que en la lucha, no hay guerrero como el Comanche, y que si algún día, nuestro pueblo quiere volver a ser libre, no habrá hombre blanco del norte o hombre negro del sur que sea capaz de impedirlo.