EL PRIMER AUTOMATA: EL SMOKEY


Mr. Charles Bronson McIntyre, ingeniero de minas en Sacramento antes de la caída del cometa, se retira con los supervivientes de California durante las inundaciones costeras a las tierras del interior de Nevada. Allí, cerca de Viginia City, donde hace poco se han descubierto grandes cantidades de mineral de plata se establece junto con otros refugiados. La región ha sido abandonada recientemente por sus pobladores Mormones que han visto en la llegada del cometa signos del fin del mundo y ha provocado su desaparición en masa. 

McIntyre se convierte en un pilar de esa comunidad de desarraigados, al organizar un comité de ciudadanos para ayudar a la población de la rebautizada ciudad de Redemption formada por mineros irlandeses y de Cornualles, exiliados imperiales del desaparecido imperio Quin, antiguos confederados y miembros de la tribu Shoshone. Un gran admirador de los trabajos de Jacques de Vaucanson y de Jacquard, inventores franceses precursores de la creación de autómatas, conoce a Tanaka Hisashige, miembro de una delegación japonesa exiliada, que se encontraba en el continente construyendo un innovador horno de reverbero para la fabricación de cañones Armstrong. 

Hisashige, a su vez ingeniero e inventor comparte con su colega unos manuscritos que se salvaron del incendio del palacio Imperial de Quin. Se trata de los famosos tratados de Lu Ban sobre la fabricación de autómatas, unos documentos legendarios en los que se relatan sus secretos en la elaboración de ingenios automáticos. Con sus propios conocimientos de mecánica y la increíble aportación de Hisashige, construyen el primer prototipo de autómata autónomo de vapor, al que bautizaran como Smokey. Es capaz de realizar tareas sencillas y se le puede pre programar con un ingenioso sistema de carrillón. McIntyre propone sustituir a la mermada fuerza de mineros con los autómatas para continuar la explotación de plata que abunda en la zona, aunque deberían perfeccionar el modelo realizan la propuesta a la comisión de reguladores que dirigen la región. 

Aparecen pocas semanas después algunos indios paiutes que relatan cómo han recogido lágrimas de los dioses que cayeron del cielo en los desiertos del sur. Los indios mueren pocos días cubiertos de tremendas llagas entre estertores sangrientos. Muestras de esas “lagrimas” son entregadas a McIntyre y Hisashige. Y tras varias pruebas descubren las fabulosas propiedades del mineral que proporciona un nuevo tipo de combustible para sus maquinas de vapor mucho más potente. Hisashige muere en la primera prueba de Smokey II al estallar la caldera durante una demostración para los reguladores. Esto enfurece a los asistentes, y únicamente los ruegos y sobornos de McIntyre le permiten continuar con el proyecto, tremendamente resentido con los reguladores. Construye rápidamente un Smokey III, y le programa personalmente un nuevo cilindro que será mostrado en la demostración definitiva. 

Tono:Luminoso